Y mi país, ¿dónde está?

Esa noche el estruendo de llantas de metal inmensas ensordecían nuestros oídos, y con todas las lúces apagadas emprendimos una carrera hasta llegar debajo de nuestras camas.  Mientras que el temor se apoderaba de nuestras venas, la voz de "no salgan" nos mantenía resguardados hasta sentir que todo alrededor estaba seguro. Nuestro país estaba en las palmas de otras manos, la economía estaba en el subsuelo y nosotros, los panameños, teníamos que defenderla y sacarla a flote nuevamente. Nadie quiere volver a vivir esos momentos.  ¿Escenarios diferentes, efectos iguales?

Las manos que ayer nos mantenían como sus gobernados, hoy se configuran en las manos de nacionales que, por más que puedan tener buenas intenciones en construir un mejor país, sus últimas acciones han demostrado quizás lo contrario tanto a propios como a extraños, promoviendo un clima económico, social y político de incertidumbre.  Ciertamente vivimos en una economía a la que catalogan como una de las más pujantes de la región en los últimos años, dirigida principalmente por personas que en un pasado no muy lejano fueron (y aún lo son) dueños de grandes empresas. Eso ha promovido que la forma de manejar esas empresas haya sido visiblemente plasmada en el manejo de la cosa pública.  Pero lastimosamente no se han percatado que la administración de una no es igual a la otra, y cuando lo hagan será demasiado tarde.

Comentarios como "A mi lo que me da es miedo. Me preocupa que nuestra economía esté cimentada en aire""Lo que está pasando aquí es el mismo camino por el que pasaron muchos países europeos, vamos directo al déficit y a la crisis", me han llegado a mis ventanas de comunicación recientemente.  El temor de todo un pueblo explotó en protestas y manifestaciones, que durante dos días hicieron retroceder las intenciones de aquellos que ostentan los máximos poderes en la nación.  Las voces y los clamores de cientos de panameños y panameñas rodearon al recinto donde se reunían 4 decenas de individuos para vender lo poco que queda de este país, haciéndose los ciegos de lo que afuera estaba sucediendo, impidiéndole la entrada, incluso, a los miembros que se oponían a las tan criticadas ventas.

Mientras la represión era implacable, quien debía dar la cara y defender sus posturas prefería dar pasos de un baile sin sentido, al lado de jóvenes que supuestamente comenzarán programas de educación virtual.  En vez de estar educándose en materia de historia patria, ignoraban por completo lo que sucedía en su tierra en esos precisos momentos ¿Qué tipo de ejemplo es ese? ¿Ese es el futuro nuestro país?  El futuro de las naciones está en manos de jóvenes que se educan, piensan y actúan de manera coherente, alejados de imposiciones y abusos.

Es que en este país los gobernantes aún no saben que cuando un pueblo abre la boca ante las arbitrariedades que se cometen en su contra, no es precisamente porque tengan hambre, sino porque están cansados de tantas injusticias cometidas a quienes los colocaron en esas sillas tan codiciadas.  Dicen que en ocasiones las mejores decisiones se toman en los peores momentos, pero cuando es una decisión que afecta a muchas personas demorarse al dar a saber la decisión puede causar graves resultados.  Cercar a un pueblo y alejarlo de sus derechos constitucionales y que como ciudadanos posee, es atentar directamente contra la democracia y la paz social que debe existir.

Tomar decisiones sin consultar es olvidarse a quién uno se debe cuando se trata de puestos de elección popular.  Poner en riesgo las finanzas de un país pequeño en tamaño, pero grande en voluntad de seguir adelante, es querer acabar con la esencia de lo que nos representa: la unidad. Cuando todo un pueblo se une pierde el miedo a las represalias injustas que puedan tener sus gobernantes ante las voces de protesta de ese mismo pueblo que está en contra de la venta del patrimonio nacional, que rechaza la creación de una Sala V, que desaprueba la venta de los humedales y manglares para construcciones destructoras del medio ambiente, un pueblo que busca una justicia más expedita y que se castiguen a los corruptos y ladrones.  Cuando todo un pueblo se une, es que entonces los gobernantes comprenden el significado de la palabra "gobernar".

Gobernar no para llenarse los bolsillos de papeles verdes, o para aprobar leyes a escondidas de la población.  Gobernar para que la gente está tranquila y confiada que su país está en buenas manos.  Y todo esto dio como nacimiento a un movimiento que no tiene intenciones de descansar hasta lograr el bien común de todos los panameños.  Quizás sus miembros no sean los representantes más dignos que puedan tener, ya que la historia los seguirá juzgando a cada uno de ellos, pero en ocasiones hay que dar votos de confianza a esos que en nuestro nombre toman los puños de acero y el pecho de hierro para enfrentarse a los posibles tiranos de la democracia moderna.

Un nuevo capítulo en nuestra historia escribimos todos.  El mundo seguirá poniendo los ojos sobre nosotros.  Como panameño sentí mucha tristeza, pero también me armé de valor para decir que esta lucha es bajo una sola bandera: la panameña. ¿Escenarios diferentes, efectos iguales? El momento no es el mismo, pero esperemos que los efectos no sean más negativos de lo que ya son.  Una aparente calma nos rodea, y una satisfacción relativa redunda en las mentes de cada panameño que espera mejores días para su tierra istmeña.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La homofobia de Vasco Núñez de Balboa

El Diablico

Narcisismo: su historia y significado