Los nuevos retos de la comunidad GLBTI panameña
En un país que se ve sumergido en constantes escándalos de corrupción, con altos índices de violencia, en que los precios de la canasta básica y los artículos de primera necesidad cada vez son más altos, donde las constantes quejas del pueblo van dirigidas principalmente a aquel que hace dos años prometió mejores días para los panameños, en un país en que las violaciones a los derechos humanos y a la libertad de expresión parecen cosa de todos los días... En un país como este, es hora que quienes forman parte o se consideran miembros de "grupos minoritarios" encaucen el rumbo de sus luchas hacia un camino que conjugue la realidad social de esta tierra con la historia que los ha caracterizado en su andar por alcanzar la igualdad en sus derechos, la justicia y el respeto.
No puedo dejar de pensar todos los días en los esfuerzos en que algunas ocasiones los grupos de la sociedad civil se fijan cuando presentan sus denuncias y en la mayoría de las veces estas son archivadas en el anaquel del olvido de las autoridades públicas y de gobierno. Algo muy triste, que deja ver la actual situación de un sistema "democrático" que no responde al pueblo, sino a intereses singulares que tienen nombre y apellido. Esta es la situación que debe observar y analizar muy bien la Comunidad GLBTI (Gay, lesbiana, bisexual, transexual, intersexual), para no sufrir también los embates de un gobierno que ha demostrado parcialidad en el manejo de la justicia, para estar preparados ante los momentos de bochorno, discriminación, arbitrariedades y abusos que esta comunidad ha vivido.
No se trata de dejar a un lado todo lo logrado hasta la fecha, sino de procurar no dejar pasar temas importantes de nuestro país que también le atañen a la Comunidad como ciudadanos panameños y panameñas que son. Es cierto que existen aspectos internos que hay que 'conversar', como por ejemplo: la autodiscriminación, la redifinición de la propia identidad, la autoaceptación, sus complejidades, incluso la propia homofobia endógena; aspectos que, no siendo errores, y poniéndolos sobre el tapete de nuestra sociedad, nos podemos percatar que muchas veces tienden hacia lo destructivo, y no hacia lo constructivo. Sería entonces decir que es tiempo de "actualizar" las luchas reivindicatorias y entrelazarlas con las solicitudes de mejores días de todo un país, atendiendo, por supuesto, a que la realidad existente es que aún persiste la homofobia y todas sus consecuencias.
Las alianzas estratégicas que en un pasado significaron la revolución de personas que eran perseguidas y marginadas, hay que re-estructurarlas y adecuarlas, alejadas obviamente de aquellos personajes que solo ostentan el poder tras el poder. No basta con marchar por las avenidas en demostración de lo que seguirán pidiéndole al mundo, ni tampoco con plasmar en papel líneas que crean sujetos activos de delitos que pretendan o cometan actos en contra de la Comunidad GLBTI. Afuera se exige la representación de la Comunidad, sea cual sea, en contextos y escenarios sociales, económicos, culturales y políticos, una activación del engranaje que los haría moverse hacia el futuro como determinantes del crecimiento de un país y como reflejo de su madurez y desarrollo interno.
Un movimiento como este, sería capaz de sentarse a discutir, a vivas voces y con muchos más fundamentos, las exigencias del reconocimiento social, ético y jurídico de sus derechos en esta tierra istmeña. Solo con esto, se llegaría a concretar uno de los mayores retos que se le ha presentado a esta Comunidad. Solicitar a las actuales autoridades la erradicación de la impunidad de actos discriminatorios contra personas de una orientación sexual "diferente a la normal", caminar por las calles con una nueva cara de optimismo y equilibrio natural interno al autoaceptarse y autoreconocerse como tales y no como los arquetipos y estereotipos impuestos por la sociedad, lograr con verdaderos enlaces la fortaleza de una Comunidad tan grande que forma parte de la hegemonía del país, velar por la insitución de políticas educativas en todos los ámbitos que incluyan la aceptación, la tolerancia y el respeto hacia las personas GLBTI.
Si ayer se tuvo que cruzar por las sinuosidades de los que en ese entonces veían a la Comunidad como un mal y una enfermedad, y hoy los sistemas de gobiernos y las políticas públicas están cambiando el panorama mundial, en un mañana muy cercano se debe obtener un espacio en el que todas las personas GLBTI sean verdaderamente escuchadas, tomadas en cuenta, respetadas y reconocidas como "seres humanos". Estos son solo algunos de los retos más importantes que actualmente confronta esta Comunidad. Una comunidad que responde al consumismo, al narcisismo, a lo superfluo y vano, siempre va a estar encerrada en su propio 'closet', y nunca podrá a exigir de la sociedad algo que no puede ofrecer: la restitución de sus propios valores, definir quiénes son hoy y qué quieren ser mañana.
No se trata de dejar a un lado todo lo logrado hasta la fecha, sino de procurar no dejar pasar temas importantes de nuestro país que también le atañen a la Comunidad como ciudadanos panameños y panameñas que son. Es cierto que existen aspectos internos que hay que 'conversar', como por ejemplo: la autodiscriminación, la redifinición de la propia identidad, la autoaceptación, sus complejidades, incluso la propia homofobia endógena; aspectos que, no siendo errores, y poniéndolos sobre el tapete de nuestra sociedad, nos podemos percatar que muchas veces tienden hacia lo destructivo, y no hacia lo constructivo. Sería entonces decir que es tiempo de "actualizar" las luchas reivindicatorias y entrelazarlas con las solicitudes de mejores días de todo un país, atendiendo, por supuesto, a que la realidad existente es que aún persiste la homofobia y todas sus consecuencias.
Las alianzas estratégicas que en un pasado significaron la revolución de personas que eran perseguidas y marginadas, hay que re-estructurarlas y adecuarlas, alejadas obviamente de aquellos personajes que solo ostentan el poder tras el poder. No basta con marchar por las avenidas en demostración de lo que seguirán pidiéndole al mundo, ni tampoco con plasmar en papel líneas que crean sujetos activos de delitos que pretendan o cometan actos en contra de la Comunidad GLBTI. Afuera se exige la representación de la Comunidad, sea cual sea, en contextos y escenarios sociales, económicos, culturales y políticos, una activación del engranaje que los haría moverse hacia el futuro como determinantes del crecimiento de un país y como reflejo de su madurez y desarrollo interno.
Un movimiento como este, sería capaz de sentarse a discutir, a vivas voces y con muchos más fundamentos, las exigencias del reconocimiento social, ético y jurídico de sus derechos en esta tierra istmeña. Solo con esto, se llegaría a concretar uno de los mayores retos que se le ha presentado a esta Comunidad. Solicitar a las actuales autoridades la erradicación de la impunidad de actos discriminatorios contra personas de una orientación sexual "diferente a la normal", caminar por las calles con una nueva cara de optimismo y equilibrio natural interno al autoaceptarse y autoreconocerse como tales y no como los arquetipos y estereotipos impuestos por la sociedad, lograr con verdaderos enlaces la fortaleza de una Comunidad tan grande que forma parte de la hegemonía del país, velar por la insitución de políticas educativas en todos los ámbitos que incluyan la aceptación, la tolerancia y el respeto hacia las personas GLBTI.
Si ayer se tuvo que cruzar por las sinuosidades de los que en ese entonces veían a la Comunidad como un mal y una enfermedad, y hoy los sistemas de gobiernos y las políticas públicas están cambiando el panorama mundial, en un mañana muy cercano se debe obtener un espacio en el que todas las personas GLBTI sean verdaderamente escuchadas, tomadas en cuenta, respetadas y reconocidas como "seres humanos". Estos son solo algunos de los retos más importantes que actualmente confronta esta Comunidad. Una comunidad que responde al consumismo, al narcisismo, a lo superfluo y vano, siempre va a estar encerrada en su propio 'closet', y nunca podrá a exigir de la sociedad algo que no puede ofrecer: la restitución de sus propios valores, definir quiénes son hoy y qué quieren ser mañana.
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