Una máquina perfectamente imperfecta

Dicen que el ser humano es la máquina más perfecta que puede haber, y que por ahora (hasta donde yo sé) no se ha inventado ningún objeto o ‘robot’ que pueda realizar a la vez y coordinadamente todo lo que puede hacer nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón.
Sin embargo, así mismo como podemos ser perfectos (en nuestro funcionamiento), podemos llegar a ser tan imperfectos como jamás lo hubiésemos podido imaginar. Una persona con una disminución en sus capacidades físicas no es imperfecta, que tenga alguna enfermedad, ideas diferentes u orientaciones sexuales diferentes a las nuestras, no es imperfecta, es un humano como nosotros. A la imperfección que me refiero es a la de nuestros actos, nuestro forma de proceder y lo errores que llegamos a cometer.
No sé quién es la persona más perfecta que existe, porque no la he conocido, y creo que nunca la conoceré, hay quienes dicen que sí la hay. Yo me mantengo con la idea de que estoy rodeado de cientos de miles de millones de personas (las cuales puedo ver) cuyos errores cometidos en el pasado son los que los ayudarán a tener un futuro un tanto mejor e intentando que el mismo sea “cuasi-perfecto” (y me incluyo).
Repito, no somos perfectos. Eso de que lo que me pasó o hice ayer no me volverá a pasar o no lo volveré a hacer muy pocas veces lo cumplimos, sólo cuando hacemos conciencia y en verdad reflexionamos sobre estos actos es que ‘quizás’ no los hagamos de nuevo. En el camino de nuestra vida nos encontraremos con muchas situaciones y con muchas personas que aparecerán para guiarnos y ayudarnos o no a tomar las mejores decisiones, a no cometer errores, porque de los errores de esas personas también aprendemos, es como una cadena.
Quizás, dentro de nuestra propia imperfección está la respuesta a muchas de nuestras preguntas, a fin de cuentas eso es lo que nos hace igual los unos a los otros: seres humanos. ¿Quién nos hizo así? No sé... les digo que soy feliz así como soy. Pero seguimos siendo la máquina más perfectamente imperfecta.
____________
Sin embargo, así mismo como podemos ser perfectos (en nuestro funcionamiento), podemos llegar a ser tan imperfectos como jamás lo hubiésemos podido imaginar. Una persona con una disminución en sus capacidades físicas no es imperfecta, que tenga alguna enfermedad, ideas diferentes u orientaciones sexuales diferentes a las nuestras, no es imperfecta, es un humano como nosotros. A la imperfección que me refiero es a la de nuestros actos, nuestro forma de proceder y lo errores que llegamos a cometer.
No sé quién es la persona más perfecta que existe, porque no la he conocido, y creo que nunca la conoceré, hay quienes dicen que sí la hay. Yo me mantengo con la idea de que estoy rodeado de cientos de miles de millones de personas (las cuales puedo ver) cuyos errores cometidos en el pasado son los que los ayudarán a tener un futuro un tanto mejor e intentando que el mismo sea “cuasi-perfecto” (y me incluyo).
Repito, no somos perfectos. Eso de que lo que me pasó o hice ayer no me volverá a pasar o no lo volveré a hacer muy pocas veces lo cumplimos, sólo cuando hacemos conciencia y en verdad reflexionamos sobre estos actos es que ‘quizás’ no los hagamos de nuevo. En el camino de nuestra vida nos encontraremos con muchas situaciones y con muchas personas que aparecerán para guiarnos y ayudarnos o no a tomar las mejores decisiones, a no cometer errores, porque de los errores de esas personas también aprendemos, es como una cadena.
Quizás, dentro de nuestra propia imperfección está la respuesta a muchas de nuestras preguntas, a fin de cuentas eso es lo que nos hace igual los unos a los otros: seres humanos. ¿Quién nos hizo así? No sé... les digo que soy feliz así como soy. Pero seguimos siendo la máquina más perfectamente imperfecta.
____________
La pintura que ven al inicio de esta entrada se llama "Máquina del Corazón", la hice hace diez años (1998). Con solo verla se dan cuenta que hasta eso, el corazón, es imperfecto.
_____________
Comentarios
Saludos,
Jonathan