Días más cortos... noches más rápidas
Cuando decidí abrir este blog les comenté que los temas que íbamos a tratar serían sobre la naturaleza del ser humano, sobre sus formas de actuar y de expresarse, sobre nuestras propias vidas y lo que nos rodea. Ha pasado poco más de dos meses desde entonces, y he recibido muy buenos comentarios de varios lectores felicitando sobre el material aquí publicado. En verdad les agradezco que hayan entrado y visitado el blog; es como siempre digo: en mis líneas trato de plasmar realidades, tal y como lo hago en mis pinturas y en mis dibujos, y qué más gratificante que poder compartirlo con todos ustedes.
Tenemos a nuestro lado a un personaje que nunca nos abandona: el tiempo, el cual, por más que quisiéramos, no podemos controlar. He tenido muchos temas en mente para escribir, temas de actualidad y que involucran a toda la sociedad. Sin embargo, por varias razones (incluyendo el tiempo) no he podido cumplir con lo que me prometí a mi mismo una vez inicié con esta nueva forma de expresarme.
Temas como el Proyecto de Ley de Educación Sexual y Salud Reproductiva (proyecto que abogo por su aprobación), las próximas elecciones presidenciales (las cuales tienen candidatos con características muy particulares), la revolución en la forma de comunicarnos, temas sobre diversidad sexual, un poco sobre arte, y otros temas que sé que poco a poco irán surgiendo son solo algunos que tengo en deuda con los lectores.
Dicho todo esto, y luego de haber vuelto a leer las líneas que en este espacio he plasmado, admito que estoy un poco cansado, que estar en la recta final de un próximo logro conlleva días sin dormir y muchos sacrificios, que estar muy lejos de casa durante el día entristece a mis dos fieles compañeros de hace más de 24 años. Reconozco que no puedo jugar a ser una divinidad y hacer que todo salga bien, que tratar de tranquilizar o curar al “pequeño rojo” son momentos que me gustaría hacerlo de una manera muy sutil y no de un solo golpe. Todo en esta vida cuesta, se traduce en un esfuerzo constante y persistente. Los días cada vez se hacen más cortos y las noches pasan demasiado rápido. Nuestra mente anda por otros rumbos, y no donde en verdad debería estar.
Creo que es tiempo que hagamos una pausa y pensemos sobre nuestras vidas, sobre lo que hemos hecho, lo que estamos viviendo y las cosas que queremos vivir. Si tenemos a alguien a nuestro lado aprovechemos el tiempo compartido con esa persona y digámosle “gracias” por llevarnos con él o con ella y hacer un solo camino. El fracaso debe ser una lección de vida, y no una tristeza eterna. Démosle más tiempo a los minutos y más horas a los días, y así, poco a poco ver las cosas con más claridad. No derrochemos nuestras luchas ni nuestros esfuerzos en autodestruirnos, en discriminarnos entre nosotros mismos, pensemos sobre nuestras formas de actuar y las consecuencias que pudiésemos tener a futuro.
Por mi parte, tal como mis sueños y mis anhelos, seguiré aquí en pie… en pie.
Tenemos a nuestro lado a un personaje que nunca nos abandona: el tiempo, el cual, por más que quisiéramos, no podemos controlar. He tenido muchos temas en mente para escribir, temas de actualidad y que involucran a toda la sociedad. Sin embargo, por varias razones (incluyendo el tiempo) no he podido cumplir con lo que me prometí a mi mismo una vez inicié con esta nueva forma de expresarme.
Temas como el Proyecto de Ley de Educación Sexual y Salud Reproductiva (proyecto que abogo por su aprobación), las próximas elecciones presidenciales (las cuales tienen candidatos con características muy particulares), la revolución en la forma de comunicarnos, temas sobre diversidad sexual, un poco sobre arte, y otros temas que sé que poco a poco irán surgiendo son solo algunos que tengo en deuda con los lectores.
Dicho todo esto, y luego de haber vuelto a leer las líneas que en este espacio he plasmado, admito que estoy un poco cansado, que estar en la recta final de un próximo logro conlleva días sin dormir y muchos sacrificios, que estar muy lejos de casa durante el día entristece a mis dos fieles compañeros de hace más de 24 años. Reconozco que no puedo jugar a ser una divinidad y hacer que todo salga bien, que tratar de tranquilizar o curar al “pequeño rojo” son momentos que me gustaría hacerlo de una manera muy sutil y no de un solo golpe. Todo en esta vida cuesta, se traduce en un esfuerzo constante y persistente. Los días cada vez se hacen más cortos y las noches pasan demasiado rápido. Nuestra mente anda por otros rumbos, y no donde en verdad debería estar.
Creo que es tiempo que hagamos una pausa y pensemos sobre nuestras vidas, sobre lo que hemos hecho, lo que estamos viviendo y las cosas que queremos vivir. Si tenemos a alguien a nuestro lado aprovechemos el tiempo compartido con esa persona y digámosle “gracias” por llevarnos con él o con ella y hacer un solo camino. El fracaso debe ser una lección de vida, y no una tristeza eterna. Démosle más tiempo a los minutos y más horas a los días, y así, poco a poco ver las cosas con más claridad. No derrochemos nuestras luchas ni nuestros esfuerzos en autodestruirnos, en discriminarnos entre nosotros mismos, pensemos sobre nuestras formas de actuar y las consecuencias que pudiésemos tener a futuro.
Por mi parte, tal como mis sueños y mis anhelos, seguiré aquí en pie… en pie.
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Jonathan