Un llamado a la conciencia

He presenciado en un canal de televisión por cable un programa (parecido a una teletón) llamado “Stand up to Cancer”, que se realizó el pasado 5 de septiembre en los Estados Unidos, donde unieron a tres grandes cadenas de televisión para presentar artistas, deportistas, políticos, empresarios, testimonios de personas tan comunes como cualquiera, que tienen o han sobrevivido al cáncer (de mamas, de colon, de próstata, de la piel, etc.), con el fin de recaudar el dinero necesario para continuar con las investigaciones y encontrar la cura definitiva y ganarle la batalla a esta enfermedad que mata a 500 mil estadounidenses por año. Algo sumamente triste y doloroso.
¿Y qué hacemos en nuestro país? Sé que puede haber varios de ustedes que estarán pensando en innumerables campañas y eventos que se realizan año tras año para recaudar fondos y apoyar la lucha contra este tipo de enfermedades o de cualquier otro mal que afecte a sectores vulnerables de la población. Pero no basta con recordarlas. Como siempre, los grandes países (quizás por la capacidad que tienen y los recursos) nos dan cátedra cuando se trata de organizar eventos altruistas, cuando se trata de unir a todo un país en pro de una causa, cuando se trata de en verdad ponerse la mano en el corazón y recordar a todos aquellos que, en este caso, han fallecido de cáncer.
Tengo 4 años de estar apoyando incondicionalmente a una campaña que inicia a mediados de año y culmina en el mes de diciembre; un evento que en nuestro país se realiza desde hace más de 20 años. Mi experiencia ha sido muy gratificante, no por el dinero recaudado ni por el apoyo que he recibido de cientos de personas, sino por el hecho de saber que estoy haciendo algo bueno por el futuro de las próximas generaciones. Les confieso que me ha hecho crecer como ser humano y me ha permitido ver realidades que nunca había podido ver; cosas muy tristes y dolorosas he tenido tan cerca de mí durante los meses de la campaña, que las fuerzas para no derramar una lágrima son incontenibles. Al final todo se reduce a un instante, a un momento entre esa imagen que tengo en frente y todo lo que nos rodea; es allí en que sientes que tu corazón deja de latir y lo vuelves a encender para seguir luchando por eso que tienes en frente tuyo.
Al contarles mi experiencia no pretendo que ahora se vuelquen hacia todas las fundaciones, organizaciones y asociaciones que tienen como objetivo una mejor calidad de vida y las apoyen (pero sería muy bueno que lo hiciéramos). Lo que quiero es que pensemos un poquito más, que veamos más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y pensemos en los que vienen detrás de nosotros. Grandes enfermedades están atacando a la humanidad, y la mayoría se están quedando de brazos cruzados, somos muy pocos los que nos unimos para derrotarlas. Enfermedades como el cáncer, la diabetes, el VIH/SIDA, se están convirtiendo en armas que nos han declarado la guerra para acabar con millones de personas al año. Los recursos que se destinan para su investigación y la búsqueda de las posibles curas son muy escasos, en proporciones no son suficientes para atender por igual a todo los pacientes afectados; mientras tanto, la guerra la seguimos perdiendo.
Si dejáramos de hacer “reunioncitas” todas las semanas, si tan solo dejáramos la apatía, si nos olvidáramos de ser ignorantes, haríamos grandes cosas. Si no fuéramos tan políticos y en verdad construyéramos soluciones a nuestros problemas, grandes cosas haríamos. Si recordáramos a todos los que han fallecido luchando contra una enfermedad terminal, si apoyáramos a aquellos que han sobrevivido dos o tres veces a algunas de estas enfermedades, grandes cambios generaríamos. Nuestros niños, los que vienen caminando detrás de nosotros, serán las futuras víctimas de todas estas cosas si las seguimos haciendo. Nosotros ya tenemos nuestra misión definida, nos corresponde asumir nuestros puestos a conciencia y salvar muchas vidas.
En ocasiones me he sentido muy cansado, pero eso no ha sido excusa para seguir en mi lucha, para arrodillarme y hacer que una cara vuelva a sonreír, porque esa sonrisa me da inspiración, me da vida. Porque hoy puede ser tu mejor amigo o amiga, tu pareja, tu novia o novio, algún familiar… mañana podemos ser nosotros los que necesitemos que nos ayuden y nos alienten a seguir viviendo. Espero no ser el único que tenga estas ganas de ayudar, y que tú, que estas leyendo estas líneas también te sumes a esta causa. Que no sea necesaria una campaña de concienciación temporal, sino que perdure por siempre, y que lo poco que hacemos se multiplique con cada día que pase. Es nuestra misión.
¿Y qué hacemos en nuestro país? Sé que puede haber varios de ustedes que estarán pensando en innumerables campañas y eventos que se realizan año tras año para recaudar fondos y apoyar la lucha contra este tipo de enfermedades o de cualquier otro mal que afecte a sectores vulnerables de la población. Pero no basta con recordarlas. Como siempre, los grandes países (quizás por la capacidad que tienen y los recursos) nos dan cátedra cuando se trata de organizar eventos altruistas, cuando se trata de unir a todo un país en pro de una causa, cuando se trata de en verdad ponerse la mano en el corazón y recordar a todos aquellos que, en este caso, han fallecido de cáncer.
Tengo 4 años de estar apoyando incondicionalmente a una campaña que inicia a mediados de año y culmina en el mes de diciembre; un evento que en nuestro país se realiza desde hace más de 20 años. Mi experiencia ha sido muy gratificante, no por el dinero recaudado ni por el apoyo que he recibido de cientos de personas, sino por el hecho de saber que estoy haciendo algo bueno por el futuro de las próximas generaciones. Les confieso que me ha hecho crecer como ser humano y me ha permitido ver realidades que nunca había podido ver; cosas muy tristes y dolorosas he tenido tan cerca de mí durante los meses de la campaña, que las fuerzas para no derramar una lágrima son incontenibles. Al final todo se reduce a un instante, a un momento entre esa imagen que tengo en frente y todo lo que nos rodea; es allí en que sientes que tu corazón deja de latir y lo vuelves a encender para seguir luchando por eso que tienes en frente tuyo.
Al contarles mi experiencia no pretendo que ahora se vuelquen hacia todas las fundaciones, organizaciones y asociaciones que tienen como objetivo una mejor calidad de vida y las apoyen (pero sería muy bueno que lo hiciéramos). Lo que quiero es que pensemos un poquito más, que veamos más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y pensemos en los que vienen detrás de nosotros. Grandes enfermedades están atacando a la humanidad, y la mayoría se están quedando de brazos cruzados, somos muy pocos los que nos unimos para derrotarlas. Enfermedades como el cáncer, la diabetes, el VIH/SIDA, se están convirtiendo en armas que nos han declarado la guerra para acabar con millones de personas al año. Los recursos que se destinan para su investigación y la búsqueda de las posibles curas son muy escasos, en proporciones no son suficientes para atender por igual a todo los pacientes afectados; mientras tanto, la guerra la seguimos perdiendo.
Si dejáramos de hacer “reunioncitas” todas las semanas, si tan solo dejáramos la apatía, si nos olvidáramos de ser ignorantes, haríamos grandes cosas. Si no fuéramos tan políticos y en verdad construyéramos soluciones a nuestros problemas, grandes cosas haríamos. Si recordáramos a todos los que han fallecido luchando contra una enfermedad terminal, si apoyáramos a aquellos que han sobrevivido dos o tres veces a algunas de estas enfermedades, grandes cambios generaríamos. Nuestros niños, los que vienen caminando detrás de nosotros, serán las futuras víctimas de todas estas cosas si las seguimos haciendo. Nosotros ya tenemos nuestra misión definida, nos corresponde asumir nuestros puestos a conciencia y salvar muchas vidas.
En ocasiones me he sentido muy cansado, pero eso no ha sido excusa para seguir en mi lucha, para arrodillarme y hacer que una cara vuelva a sonreír, porque esa sonrisa me da inspiración, me da vida. Porque hoy puede ser tu mejor amigo o amiga, tu pareja, tu novia o novio, algún familiar… mañana podemos ser nosotros los que necesitemos que nos ayuden y nos alienten a seguir viviendo. Espero no ser el único que tenga estas ganas de ayudar, y que tú, que estas leyendo estas líneas también te sumes a esta causa. Que no sea necesaria una campaña de concienciación temporal, sino que perdure por siempre, y que lo poco que hacemos se multiplique con cada día que pase. Es nuestra misión.
¿Qué opinan si se organiza un evento como el del cancer, pero sobre el VIH/SIDA? ¿y si lo hacemos aquí en Panamá? Ideas, opiniones... espero sus comentarios.
- Este es el link de stand up to cancer: standuptocancer.com
Comentarios
Se necesita que la gente conozca y maneje la información, eso ayudaría muchísimo para prevenir este tipo de enfermedades.
Jonathan
En el caso de las enfermedades, que alguna de ellas ocupe el primer lugar en alguna lista no es algo para celebrar sino de hacer lo posible para borrarla de esa lista.
Así como el VIH, el cáncer no discrimina, y cualquiera que escucha esas seis letras tan cerca suyo fácilmente se puede hundir en el miedo y en la preocupación. Por eso es bueno estar informado, hacerse los exámenes y las pruebas a tiempo, y sobre todo cuidarse y quererse a sí mismo.